Tras recibir, hace unos días, un correo del conocido fotógrafo de aves Juan Luis Muñoz, donde aparecía un Buitre leonado con una anilla de lectura a distancia, buscamos inmediatamente en nuestras bases de datos y encontramos todos los antecedentes de la interesante historia de un buitre que tuvo una segunda oportunidad:
El CRAC El Boticario, Centro de Recuperación de Aves Carroñeras, gestionado por la Federación Andaluza de Asociaciones para la Defensa de la Naturaleza (FAADN), a la que pertenece la asociación SILVEMA, recibió en septiembre de 2007 el aviso de la Policía Local del municipio de Casares (Málaga) acerca de la recogida de un buitre leonado herido. El ejemplar era un joven de ese año, hallado bajo un tendido eléctrico, con heridas por descargas en la extremidad anterior y posterior derecha, con presencia de gusanera en la quemadura producida por la descarga eléctrica y que, en esta ocasión, no acabó instantáneamente con la vida del ave.

Se trasladó rápidamente al servicio veterinario del CRAC El Boticario donde el diagnóstico valoró como leve la descarga del ala que no había afectado el hueso pero no así la del dedo central, respecto al que mostró dudas sobre su viabilidad. En efecto, tras unos días de tratamiento la necrosis continuó y hubo que amputárselo. La electrocución provocó así mismo extensión de tejido muerto haciéndonos temer por la otra falange que permanecía inflamada, fría y parcialmente necrosada (las complicaciones de este cuadro hubieran comprometido seriamente sus posibilidades de volver a la Naturaleza, incluso sus opciones de supervivencia). La desinfección y tratamiento diario se prolongó por espacio de casi tres meses en la clínica veterinaria. Durante todo ese tiempo subía a los posaderos y comía con la voracidad propia de un joven, mostrando la misma alegre despreocupación que el primer día que lo recogimos, mientras nosotros sentíamos impotencia ante la incógnita de la evolución del dedo y la amenaza de una nueva amputación. Finalmente pudo trasladarse desde la clínica veterinaria a las instalaciones del CRAC El Boticario y tras un periodo en la jaula de observación pasó al voladero, donde comprobamos que las extremidades anteriores no presentaban ningún tipo de secuela y que lograba un mediano apoyo y sujeción con la garra dañada. No obstante su puesta en libertad planteaba algunas dudas debido a la gravedad de las lesiones sufridas.


Para su reintroducción en el medio natural hubo que esperar al 2009, cuando el CRAC El Boticario ya no existía como Centro de Recuperación de Aves Necrófagas, pero en el que conseguimos financiación de la delegación malagueña de la Consejería de Medio Ambiente para una parte de nuestro programa de reintroducción mediante radio-seguimiento de buitres rehabilitados, enfocado a aquellos que a nuestro juicio ofrecían dudas sobre sus posibilidades de reinserción.
Para su seguimiento, además de la colocación del radio-emisor en el tarso, un microchip subcutáneo y de sus correspondientes anillas (la metálica y la de PVC de observación a distancia) se le decoloraron unas marcas en el plumaje, procediendo a su reintroducción en septiembre del 2009, en el término municipal de Ronda, en el El Hondón, un muladar de la Red Andaluza de Comederos de Aves Necrófagas (RACAN).


Esta oportunidad para volver a recobrar la libertad de nuestro joven amigo fue muy dura para él y para los que formamos el equipo de seguimiento. Se nos plantearon muchos interrogantes puesto que al principio apenas se desplazaba por los alrededores de la zona de la suelta y se incrementaron nuestros temores de que la descarga eléctrica le hubiese dejado otras secuelas no detectadas o que el largo tiempo de estancia en el centro de recuperación hubiese mermado sus capacidades de adaptación al medio. De no haber tenido ese programa de radio-seguimiento no nos hubiésemos atrevido a realizar su liberación, de hecho ya teníamos asumido que se quedaría en la colonia de irrecuperables, pero estábamos convencidos de que se merecía una segunda oportunidad… y este buitre supo aprovecharla.
A pesar de estos días de incertidumbre y de que en alguna ocasión estuvimos pensando en volverlo a capturar para evitar que muriera de inanición, decidimos “aguantar” un poco más (respaldados por la seguridad que nos ofrecía la tecnología del radio-seguimiento). Sabíamos que su recaptura significaría la pérdida de su libertad para siempre. En estos días nos ocurrió de todo: empezando por la falta de suministro en el comedero en unos días clave para ello, un incidente donde en uno de los primeros vuelos el buitre se enganchó en un árbol, nos pasó un helicóptero de extinción de incendios a pocos metros, casi le atropella un camión en uno de los vuelos rasantes, se acercó temerariamente a unos tendidos eléctricos (el corazón en un vilo…), pasó nueve días sin comer, … hasta que de pronto algo le hizo asumir que estaba de nuevo en libertad y que allí “no había techo”, así que emprendió repentinamente el vuelo, alto y potente y tras dos días de radio-seguimiento intensivo pudimos llegar a observarlo, descansando en las montañas de la vecina localidad de Montejaque, a varios kilómetros de distancia. Desde ahí comenzó su nueva vida, ya con largos desplazamientos, lo vimos sobrevolando el conocido Puerto de las Palomas (junto a Grazalema), una noche durmió en la gran buitrera de Garganta seca y Garganta Verde, pasó por los espléndidos Llanos de Líbar, sobrevoló muchos lugares emblemáticos de la Serranía de Ronda, … y finalmente a los veinticuatro días de su suelta pudimos constatar un hecho fundamental, vuelve al Comedero de El Hondón y allí participa en una carroñada, pasa unos días y entendemos que recuperado y reconfortado por tener un punto de alimentación conocido emprende un vuelo de gran altura, como no había hecho hasta entonces y realiza unos desplazamientos que hacen que ya de nada sirva la tecnología del radio-emisor ni todo nuestro interés por seguirlo.







Fueron treinta y seis días muy intensos, conviviendo con este buitre, con muchos esfuerzos y no exentos de peligros (para el buitre y para el equipo de seguimiento), pero llenos de satisfacción, son de esas cosas que nunca en la vida se olvidan… Lo increíble es que casi seis meses después, ya sin el radio-emisor (diseñado para que se desprenda en unos meses) pudimos avistarlo nuevamente en vuelo sobre el comedero, gracias a unas marcas de decoloración del plumaje que le habíamos realizado antes de liberarlo, imagínense nuestra alegría… y ahora ¡cuatro años y medio después de su suelta! recibimos la fotografía que captura nuestro amigo Juan Luis Muñoz, otro apasionado de las aves en general y de las carroñeras en particular, la cual constata que la recuperación que realizamos en el centro de recuperación fue un éxito, y que esta vez el ser humano ha sabido reparar el daño que en su día causó, en esa ocasión con un tendido eléctrico sin aislar.

(Derechos de autor: Juan Luis Muñoz)
Pensamos que lo menos que desde nuestra asociación podíamos hacer era compartir esta interesante historia, sobre la Naturaleza aun salvaje en nuestra Serranía y sobre el instinto de supervivencia de un ave tan asombrosa y necesaria para nuestros ecosistemas como lo es el Buitre leonado. Desde la asociación SILVEMA esperamos poder seguir aportando nuestro trabajo altruista como lo venimos haciendo desde hace ya décadas y poder transmitir, con historias como esta, la importancia de la conservación del medio ambiente.